Producciones El Monje de Camoruco

Producciones El Monje de Camoruco
Publicidad, asesorías, manejo de redes, asistencia virtual, información, opinión, variedades y otros.

PUBLICIDAD

PUBLICIDAD
Lay Yin China Bistró #AlgoMásQueUnRestaurant Con el orgullo y el prestigio de la Familia Chang.

jueves, 10 de octubre de 2013

COLUMNA DE GIOVANNI NANI. La vacuna contra la corrupción.

COLUMNA DE GIOVANNI NANI.


La vacuna contra la corrupción. 

Parece que la corrupción es un mal que ha caminado de la mano de nuestra historia a través del tiempo, es como una enfermedad que al no poder sanarla totalmente nos acostumbramos a vivir con ella, con sus síntomas y que de forma aparentemente silenciosa ha ido contagiando a muchos sectores de nuestro país. Ha calado de tal manera en nuestro inconsciente colectivo que frases como “pónganme donde haiga” y “ellos eran buenos robaban pero hacían” se hicieron normales en las diarias conversaciones y hasta servían para justificar diversas posiciones u opiniones políticas de algunos.

Lo más difícil a la hora de resolver un problema es asumirlo, darse cuenta que existe y afrontarlo como tal. Hoy, el Gobierno Nacional ha dado clara demostración que en función del desarrollo y del futuro de nuestra Patria es necesario asumir que la corrupción está perjudicando gravemente la salud de la Nación y es el momento preciso de tomar las medidas necesarias para combatirla. Es por ello que la aprobación de la Ley Habilitante por parte de la Asamblea Nacional se hace necesaria y urgente siendo ésta la herramienta precisa que se necesita para comenzar este proceso histórico de adecentamiento de la gestión pública.

Sin embargo, no es solo la corrupción a niveles gubernamentales la que debería preocuparnos, esta enfermedad va mucho más allá y si bien es cierto que el Gobierno debe ser firme, eficaz y efectivo contra este tipo de actividad desleal hacia nuestra Patria, hay una clase de corrupción que debe preocuparnos tanto o más, una que nosotros como venezolanos podemos y debemos combatir a capa y espada, una que podríamos llamarla “corrupción de los ciudadanos”.

Sin ánimo de generar polémica y que los puristas defensores de los Derechos Humanos me escriban diciendo que la frase “corrupción de los ciudadanos” atenta contra algo o alguien, lo invito a que haga usted un pequeño autoexamen donde analice, si gusta en forma meditativa, si usted alguna vez ha estado en una de las siguientes situaciones: ¿ha sobornado algún funcionario público, llámese funcionario policial, secretaria, portero de oficina de gobierno a fin de obtener un pequeño beneficio o evitar una sanción?, ¿ha dado algún “regalito” a alguien a fin de no hacer una larga cola?, ¿Se pasa los semáforos en rojo cuando está muy apurado o “porque hay mucha inseguridad”?.

 Podríamos pasar horas haciéndonos pequeñas preguntas como éstas y no dudo que alguno podría verlas como triviales y algún otro podría pensar que este tipo de comportamiento es parte de nuestra idiosincrasia y que “somos así”, pero lamento decirle que si usted se encuentra en ese espectro de opinión, entonces la enfermedad de la corrupción también lo ha contagiado.

Vamos a asumirlo como un problema, uno del cual somos responsables, pero afortunadamente también podríamos ser agentes de cambio y teniendo la firme convicción que si mejoramos como ciudadanos mejoraremos como país, no hay otro camino.

Muchos se preguntarán ¿cómo hemos llegado hasta aquí? Yo también me hice esa pregunta, al igual que a usted me ha invadido la incertidumbre al darme cuenta que muchos compatriotas cuando están en el extranjero son ciudadanos ejemplares y cuando regresan al terruño son maestros de la “corrupción ciudadana”.

La respuesta podría estar en la ciencia. Quisiera referirme a un estudio que realizaron los Doctores Carrell, James y Malstrom en el año 2005 donde demostraron que la corrupción es contagiosa. Estos profesores tomaron diversos grupos de sus estudiantes y les pidieron a algunos de ellos que deliberadamente comenzaran a copiarse en medio de un examen, siendo el resultado que aproximadamente el 50 % de los alumnos que tenían a su lado alguien copiándose comenzaban a hacerlo también. Allí podría estar la respuesta a como hemos llegado hasta aquí. Si hacemos una comparación de este experimento respecto a nuestra vida diaria podríamos encontrar centenares de similitudes, por ejemplo, suponga usted que está de primero en la fila de un semáforo y el automóvil que tiene al lado se pasa la luz roja, ¿no siente usted un deseo irrefrenable de hacerlo también?, quizás cuando usted lo haga al menos el 50% de los automóviles que están detrás lo harán igualmente. Sucede lo mismo en todos los ámbitos de nuestra cotidianidad y es por esto que la “corrupción de los ciudadanos” galopa libremente por el territorio nacional asentada en la creencia de que como nadie respeta yo tampoco lo hago.

Podríamos concluir que la vacuna para esta enfermedad que nos agobia como país la tenemos en nuestras manos, consiste hacer un esfuerzo sobrehumano para borrar esos paradigmas sobre lo sabroso de la viveza criolla y asumir que cada vez que somos parte activa de la “corrupción de los ciudadanos” hacemos gran daño a nuestro país y nos sumimos en el atraso.

La vacuna para este tipo de corrupción es dar el ejemplo.

Pero esto no puede quedarse en la retórica, en las campañas publicitarias de “seamos buenos venezolanos”, esto tiene que ir más allá, es por ello que lo invito a que usted dé el primer paso, mejor aún, vamos a darlo juntos, somos muchos los venezolanos y venezolanas dispuestos a dar el ejemplo y combatir la corrupción en todos los espacios, ¿nos acompaña?


Giovanni Nani L.

4 comentarios:

mdc